La mejor obra de arte puede ser toda una decepción si no le damos el lugar que le corresponde y la iluminación que necesita. La luz se ha convertido en el compañero fiel de cualquier artista que desee proteger su obra. No todos los espacios son iguales, ni todas las obras requieren la misma iluminación, pero sí es cierto que hay conceptos clave que comparten todos ellos. A continuación te revelamos algunos de ellos que te ayudarán a darle el valor real de la obra que posees.
Proteger la obra que expones, bien sea en tu hogar o en un espacio abierto al público, debe ser el primer paso para elegir la iluminación correcta. En la actualidad existe una amplia variedad de iluminación LED que no emite rayos ultravioletas nocivos que puedan llegar a degradar los materiales del lienzo y por tanto la calidad y vida del mismo. Este es uno de los motivos por el que se está convirtiendo en uno de los sistemas más demandados, pero ¿cuál es la dimensión del espacio que deseas iluminar? No todo vale. Hay espacios que por su tamaño no encuentran los resultados esperados con la iluminación LED. Mide tu espacio.
Una de las mejores propuestas son los focos direccionales en el techo. De esta forma lograrás una luz adecuada siempre que el espacio cuente con una buena altura. De lo contrario deberás escoger los conocidos iluminacuadros, dentro de los que encontrarás una vasta lista de opciones; tendiendo cada vez más por los más invisibles evitando de esta forma quitarle el protagonismo al cuadro.
Si lo que deseas es exponer tu obra, ya sea en tu hogar o en una sala, te planteamos una pregunta inicial ¿será un espacio estable o tu obra estará allí solo por un periodo de tiempo establecido? Si tu respuesta es afirmativa para la primera opción te recomendamos que pienses en una iluminación creada específicamente para tu obra, que interactúe directamente con ella. Esto hará que logres la percepción real de la misma por aquellos que disfruten de ella y cobre la vida para la que la creó su autor.
Si por el contrario tu caso responde a una obra que no va a permanecer en un espacio determinado y fijo, te aconsejamos que optes por una iluminación variada, para que pueda dar el mejor resultado sobre cualquier obra que posteriormente vaya a estar en él. En la actualidad se está trabajando en las luces dinámicas para responder a esta demanda y puedas con esta opción modificar el ambiente en función de la obra o de las distintas exposiciones en cada momento.
La respuesta ideal sin duda alguna es la combinación de ambas. El primero de los motivos es el respeto y el cuidado del medio ambiente, pero si vamos más allá y profundizamos en otros criterios, nada mejor como nuestra propia experiencia para llegar a la misma conclusión. Disfrutar del buen tiempo y de la cultura no tienen ni deben ser opciones antagónicas. Nada mejor que disfrutar de un sábado soleado y entrar a disfrutar de las obras de un museo, o de una copa de vino en la casa de un amigo rodeado de grandes cuadros que atrapan tu vista con sus colores, con su luz, con su mensaje… Piensa en la situación contraria ¿entrar en una sala oscura con luz artificial, cuando en el exterior se puede optar por un plan de ocio al aire libre? Grandes maestros como Antonio Gaudí, nos enseñaron a través de obras como La Sagrada Familia, la belleza de la luz, las vidrieras y otros elementos que hacen que cobren vida los espacios y todo cuanto albergan en ellos. Valora las posibilidades de tu espacio y dale protagonismo a la luz natural, opta por la artificial sólo cuando sea necesario.
El Ojo Mágico se ha convertido en los últimos tiempos en uno de los sistemas revolucionarios por el que están optando grandes referentes artísticos a nivel mundial como son el Museo del Prado o el Museo del Louvre. Gracias a él se consigue un haz de luz uniforme que permite definir el área específica que se quiera destacar y su temperatura proporciona una reproducción cromática perfecta.
No importa el valor de tu obra ni el espacio con el que cuentes, trata simplemente de sacarle el máximo rendimiento.